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Muere por coronavirus el promotor inmobiliario español que intentó estafar a Guinea Ecuatorial

abril 13, 2020
Noticias COVID-19

El constructor Francisco Hernando Contreras, apodado Paco el Pocero, fallecía el pasado 3 de abril en la clínica Quirón de Madrid a causa de las complicaciones derivadas del Coronavirus.

Desde hacía semanas el empresario español venía luchando contra el susodicho patógeno en su residencia madrileña, una situación muy delicada en la que no quiso acudir a ningún centro médico para, según fuentes, no usar una cama que podría haber sido utilizada por otros pacientes. El inevitable empeoramiento de su estado de salud obligó a su familia a que fuera trasladado in extremis al prestigioso centro hospitalario madrileño, donde finalmente ha fallecido a los 74 años de edad.

Español de nacimiento, Paco el Pocero destacó por la construcción de edificios y grandes urbanizaciones. Tras el hundimiento de la burbuja inmobiliaria en España en la década de 2000, atraído por el apetitoso aroma del oro negro, se marchó a Guinea Ecuatorial con la intención de hacer fortuna en el país centroafricano, y emprender allí más macroproyectos inmobiliarios, operaciones que no llegaron a cuajar al no ofrecer elementos suficientes de fiabilidad para su ejecución. Un proyecto urbanístico de construir 36.000 viviendas en Guinea Ecuatorial, y al que el Gobierno de Malabo, tras un estudio minucioso y exhaustivo sobre el mismo, dio por finiquitado calificándolo de “irreal”.

En torno a la década de 2000, Francisco Hernando saltó a la fama al prometer construir más de 13.500 viviendas en un inhóspito paraje de la provincia española de Toledo. La gran obra, conocida como el Quiñón de Seseña, a fecha de hoy es considerada como el mayor exponente de la burbuja inmobiliaria en el Reino de España. En 2009, para ser exactos, Francisco Hernando abandonaría el proyecto de la macro urbanización de Quiñón de Seseña para marcharse como alma que lleva el diablo a Guinea Ecuatorial, en el África Central, dejando sin llevar a efecto gran parte de los proyectos en su momento anunciados a bombo y platillo, cuyo coste a la sazón superaría los 18 millones de euros.

En resumidas cuentas, la idea inicial se quedaría finalmente en papel mojado. Pues en lo que al ladrillo propiamente dicho se refiere, el Pocero solo pudo construir unas 5.000 propiedades, de las 13.500 acordadas. El coste de la macro urbanización de Quiñón de Seseña fue tan abultado que los bancos no pudieron cobrar todo el dinero prestado al señor Hernández. La inversión, que superó con creces los 6.000 millones de euros, propició que los bancos españoles se quedaran en 2009 con unas 2.000 viviendas que no se habían conseguido vender, según Manuel Fuentes, alcalde en aquel entonces de la localidad toledana. A fecha de 2020, las viviendas de Quiñón de Seseña -con serias deficiencias estructurales en su interior- se venden a través de las entidades y 'servicers' a precios prácticamente de saldo que frisan los 70.000 euros, en el mejor de los casos.

La urbanización de Quiñón de Seseña, una obra que se publicitó en pleno periodo de alza de precios de los activos inmobiliarios en España bajo el lema “la vivienda que sí puedes comprar”, contemplaba un estadio, campos de fútbol, fuentes, piscinas, un parque bautizado con el nombre de la esposa del promotor inmobiliario -María Audena- y un lago artificial con embarcadero, todo ello en medio de un desierto carente de recursos hídricos que debían ser importados del exterior de la comarca; hecho por el que la empresa propietaria fue denunciada en numerosas ocasiones por las autoridades municipales de las zonas aledañas.

Tras su fracaso en Guinea Ecuatorial, el 23 de marzo de 2012 el Pocero interpuso una demanda contra el Estado ecuatoguineano ante el Centro Internacional de Arreglo de Diferencias relativas a Inversiones (CIADI), en la que el promotor inmobiliario español pretendía que el país centroafricano le pagara nada menos que 450 millones de euros, en concepto de una inversión fantasma supuestamente realizada allí. Pero el CIADI, el tribunal de arbitraje del Banco Mundial, le comunicó al empresario que no tenía jurisdicción para resolver el asunto, lo que a la postre supuso la derrota estrepitosa del Pocero.

En el laudo sobre jurisdicción enviado a las partes el 4 de diciembre de 2012, el tribunal explicaba las razones por las que no se consideraba competente para decidir sobre el caso. La fundamental era que, aunque había quedado constatado que el Pocero gastó dinero en maquinaria y en la constitución de sociedades en Guinea Ecuatorial para levantar el proyecto de viviendas en Malabo, Bata y Oyala, "no ha quedado probada una base contractual para justificar la existencia de las inversiones alegadas por la demandante". "Tampoco puede probarse", subrayaban los árbitros de este tribunal con sede en La Haya (Países Bajos), "que la alegada inversión se efectuó de conformidad con el derecho interno del Estado receptor".

El ambicioso proyecto del Pocero en Guinea Ecuatorial, en teoría, preveía la edificación de 36.000 viviendas. El megaproyecto se completaba con infraestructuras deportivas y polígonos industriales. La mitad de los edificios, siempre según el constructor español, tenían que construirse en la capital del país, Malabo, y la otra parte, en la ciudad costera de Bata, segunda en importancia dentro del territorio nacional ecuatoguineano. Todo ello en un país que cuenta con 1.200.000 habitantes y donde el Gobierno de la nación llevaba ya realizadas faraónicas obras de infraestructuras, entre ellas miles de viviendas sociales, ciudades deportivas, etc., etc., merced a los ingresos provenientes del petróleo.

Para la ejecución de su megaproyecto en la República de Guinea Ecuatorial, el señor Hernando planeaba trasladar desde el Reino de España tanto el personal ejecutor de las obras como el material necesario para la realización de las mismas en el país centroafricano. ¡¡Casi nada!!

Texto: Cándido Ondo Nchama (Revista Panáfrica)
Oficina de Información y Prensa de Guinea Ecuatorial

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